ARTISTA PESIMO

lleva más de diez años invadiendo las calles con el sentimiento palpitante del grafiti, no solo en Lima sino en Estados Unidos y Europa. Fue durante esas experiencias de viaje, donde compartía festivales con amigos latinoamericanos, que decidieron convocar a cada uno de ellos para cumplir el sueño bolivariano de crear el primer encuentro de arte urbano de la región. Y lo lograron, ya en el 2012, cuando el proyecto se inició como “Latir Latino”, la fiesta del arte en las calles se gestaba en cada muro y ya el año siguiente el festival oficial Latinoamericano daba sus primeros gritos de vida con inmensa energía hasta que este año por primera vez, el festival se internacionaliza a lo grande. 

“Creo que cuando comenzamos a hacer esto con Pésimo, sabíamos que iba a hacer historia, pero nunca pensamos que tanta historia”, comenta Entes tras regresar de la primera edición de Latinoamericano Internacional en Paraguay, el festival que llegó para cambiar el rostro del microcentro histórico asunceno como parte de los festejos por los 479 años de su capital, y donde 40 artistas de diferentes países recibieron el reconocimiento institucional por parte de la Municipalidad de Asunción, ciudad que ahora es una enorme galería abierta del arte latinoamericano. “Cuando uno hace algo tan de corazón, realmente sin interés detrás, siempre están las personas adecuadas para poder llevarlo a cabo. Como Oz Montanía –amigo muralista y coordinador artístico del evento en Paraguay– o como Mire, quien nos ha acompañado en casi todos los festivales y con quien estamos haciendo el programa ahora”, cuenta Entes (Su socio en muchos proyectos de Pésimo y amigos de hace muchos años)

Paraguay es el primer país que acoge, con entusiasmo y responsabilidad, a este festival peruano valorando la importancia de su emprendimiento: “Supimos que el festival debía hacerse en nuestro país desde la primera vez que pisamos Lima”, cuenta Oz Montanía, “lo supimos porque en el fondo queremos que todas las ciudades sean así, más vivas, más receptivas con sus habitantes y que sus paredes puedan mostrar y contener esos colores y alaridos que muchas veces, quienes caminamos por sus calles no podemos mostrar o decir”, además agrega que la idea es que la ciudad se convierta en un punto de encuentro de diferentes culturas y formas de expresar un mismo sentimiento de participación, pertenencia y libertad. El festival contó con recorridos guiados por los puntos de intervención, además de charlas, talleres y encuentros de confraternidad entre los participantes del festival y el público.